En el corazón de la ciudad de San Luis Potosí, en el antiguo barrio de San Miguelito, se cuenta una historia tan oscura como trágica, que ha sobrevivido a los años entre susurros y escalofríos. Es la historia de Claudia Zulley, una joven cuya belleza y dulzura iluminaban a todos los que la conocían. Hija de una familia adinerada, Claudia tenía todo lo que alguien pudiera desear, pero su destino sería marcado por el amor… y el horror.
Claudia conoció a Rodolfo, un hombre cuya elegancia y carisma la cautivaron al instante. Su romance fue el centro de atención del barrio, y tras un largo noviazgo, Rodolfo le propuso matrimonio con un anillo de oro blanco que brillaba como la promesa de un futuro radiante. Claudia, extasiada, dedicó todo su ser a preparar la boda. La ceremonia tendría lugar en el imponente Templo de San Miguelito, el lugar donde soñaba unir su vida a la de su amado.
Sin embargo, el día de la boda, mientras los invitados llenaban los bancos de la iglesia y Claudia aguardaba en el altar, algo inexplicable ocurrió. Rodolfo nunca llegó.
El templo se llenó de murmullos y miradas de desconcierto. Claudia, aún con su vestido blanco, salió corriendo al jardín frente a la iglesia, esperando encontrar a su prometido. Sus lágrimas caían como ríos en su rostro, y sus súplicas resonaban en el aire:
—¡Rodolfo! ¿Dónde estás? ¡No puedes haberme dejado!
Los días pasaron, y la espera se transformó en obsesión. Claudia regresaba al templo cada día, vestida de novia, segura de que Rodolfo aparecería para cumplir su promesa. Su cordura comenzó a desmoronarse. Hablaba sola, caminaba del brazo de alguien invisible, y perseguía a los hombres que pasaban, llamándolos por el nombre de su amado. La gente, con una mezcla de lástima y miedo, comenzó a llamarla "La Loca Zulley".
Nadie sabe cómo murió Claudia. Unos dicen que fue de tristeza, otros aseguran que su cuerpo fue encontrado una noche en el jardín del templo, con su vestido de novia y su mirada perdida hacia el cielo. Lo único seguro es que, tras su muerte, el anillo que Rodolfo le regaló apareció misteriosamente en la mano de la Virgen de la Soledad, dentro del templo.
Desde entonces, los vecinos del barrio de San Miguelito aseguran que Zulley no ha encontrado descanso. Al caer la noche, especialmente en fechas cercanas a la primavera -cuando iba a ser su boda-, una figura vestida de blanco aparece en los jardines del templo. Algunos la han visto deambular entre los árboles, sosteniendo un ramo de flores marchitas, mientras sus ojos vacíos parecen buscar algo, o a alguien.
Los más desafortunados han sentido su fría mano tomarles el brazo y tal vez se debe a que los confunde con su amado Rodolfo.
Algunos aseguran haber entrado al templo de San Miguelito después de medianoche para mirar la estatua de la Virgen de la Soledad. Dicen que el anillo de oro brilla con un resplandor antinatural.
La leyenda de la Loca Zulley sigue viva, entre los habitantes del barrio. Pero la pregunta que queda en el aire es: ¿Qué fue de Rodolfo? ¿Por qué nunca llegó al altar? Algunos creen que murió antes de la boda, mientras otros aseguran que huyó por cobardía.
Sea como sea, Zulley aún lo espera. Y mientras lo haga, su espíritu no encontrará la paz.
Si visitas el Templo de San Miguelito al anochecer, presta atención a las sombras que se mueven entre los jardines. Podría ser Claudia Zulley, buscando al amor que jamás regresó.
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